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Temporada de caza

Mientras los extremistas pregonan su retórica anti-inmigrantes a lo largo de la conflictiva frontera de Arizona, se avecina una tormenta

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TOMBSTONE, Ariz. -- En 1881, sólo llevó 30 segundos y 25 tiros en el O.K. Corral para fijar este pequeño pueblo de frontera en la imaginación nacional. En octubre pasado, sólo hizo falta una editorial de un diario local con tendencia a equivocarse para convertir esta trampa turística del Viejo Oeste -- y el verde pero sórdido territorio fronterizo en el que se encuentra -- en un símbolo de lo vehemente e imprudente que se ha vuelto el movimiento anti-inmigración en los Estados Unidos.

"¡BASTA YA!" vociferaba el titular a toda plana de la edición del 24 de Octubre del Tombstone Tumbleweed. "¡UN LLAMAMIENTO PÚBLICO A LAS ARMAS! ¡SE CREA LA MILICIA DE LA PATRULLA FRONTERIZA DE CIUDADANOS!". En una letra apenas más pequeña, el propietario, editor y director gerente del Tumbleweed, Chris Simcox exhortaba a sus conterráneos de Arizona, "¡ÚNANSE PARA PROTEGER SU PAíS EN TIEMPOS DE GUERRA!".

Simcox no estaba hablando de la guerra en Irak. Hablaba de una guerra que se libraba en el patio trasero del Tumbleweed, en la frontera entre México y los Estados Unidos. Allí, Simcox escribió en un lenguaje similar al de Patrick Buchanan y otros extremistas anti-inmigración, "una multitud de refugiados sin control" está "escapando de un gobierno de estructura marxista" en lo que viene a ser una "invasión" de los Estados Unidos. Para contrarrestar esta supuesta invasión, Simcox demandó medidas drásticas: un "comité de vigilantes" que haría rondas en los territorios fronterizos, atraparía inmigrantes y los enviaría de vuelta al sur.

Lo bueno del vigilantismo, escribió Simcox, es sencillo: "para abordar el problema, en realidad nosotros gozamos de más libertad que el gobierno y las fuerzas del orden, ya que ellos están atrapados en una maraña de leyes y restricciones".

En cualquier otro lugar, la idea de que ciudadanos particulares que portan armas no tienen que responder a las "leyes y restricciones" podría sonar llanamente ridícula. Pero en medio de las montañas cobrizas y del pródigo pero espinoso desierto del sudeste de Arizona, el legado de vigilantes de los muchachos Earp nunca se ha extinguido por completo, y más bien atrae a gente como Simcox, quien se mudó desde Los Ángeles. "El tipo es un lunático", dice Dusty Escapule, alcalde de Tombstone, "y va a hacer que alguien muera".

"Yo mataría a todos"
Simcox no está para nada solo. Durante los últimos cinco años, la mentalidad del Lejano Oeste ha revivido en este desierto. Y motivado por la venganza.

A mediados de la década de los 90, un cambio significativo en la política fronteriza estadounidense desplazó a los inmigrantes de las zonas urbanas de California y Texas -- donde el acceso ha sido siempre fácil– y los obligó a cruzar un terreno mucho más hostil. La idea era que, al tener que cruzar desiertos y atravesar ríos, estas personas desistirían de realizar el viaje.

En cambio, el resultado principal de esta política fue la transformación del sur de Arizona en el lugar más popular para cruzar desde México, con el avance de cientos de miles de personas a través de este desierto traicionero todos los años.

Es bastante comprensible que semejante situación no agradara a los rancheros de este explosivo rincón de Arizona. Vieron cómo su ganado era robado o sacrificado como medio de alimentación, sus cercas cortadas y sus terrenos manchados de basura y desechos humanos. Varios rancheros reaccionaron armándose con revólveres Colt .45 y rifles M-16, además de sistemas de vigilancia de alta tecnología para detectar "intrusos".

Según se dice, al menos 20 ciudadanos particulares han hecho uso de sus arsenales para arrestar -- y en algunos casos, maltratar y disparar -- a personas que llegaban del otro lado de la frontera.

Se comenta que el verano pasado, en una reunión con funcionarios de la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos, un ranchero dijo a gritos: "Si por mí fuera, los mataría a todos".

Aún no se ha llegado a eso. Pero durante el otoño pasado, los esfuerzos de "autodefensa" y la furia de los rancheros, no sólo inspiraron a Simcox, que dice haberse hartado de cruzarse con inmigrantes "delincuentes" en Los Ángeles; sino que atrajo a uno de los principales extremistas anti-inmigración de la nación, quien se vale de esta locura para fomentar temor y aversión hacia la inmigración a los Estados Unidos. En octubre, un grupo paramilitar fuertemente armado estableció una presencia "semipermanente" en el área luego de llevar a cabo una cacería de inmigrantes y drogas durante dos semanas.

Hasta ahora, las fuerzas del orden locales se han negado a procesar judicialmente lo que parecen ser actos de vigilantismo, aunque la Comisión de los Derechos Civiles de los Estados Unidos se ha unido a la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (American Civil Liberties Union, ACLU), el gobierno mexicano, grupos de derechos humanos y autoridades locales en un llamamiento para poner fin a la violencia. "Si ustedes no procesan a estas personas por golpear o matar ciudadanos mexicanos", dice el alcalde Escapule, "es como si fuera temporada de caza".

Eso es exactamente lo que temen los activistas de derechos humanos, a medida que millones más de inmigrantes se van abriendo paso por peligrosos senderos entre pastos Johnson y cactus saguaros en los próximos años. "Hay gente que circula por ahí armada pensando que el sheriff está a favor de lo que hacen", dice John Fife, que dirige un grupo establecido en Tucson llamado la Patrulla Samaritana. "Esto parece sacado directamente del Viejo Oeste. Cuando se tiene esa clase de mentalidad, ante este tipo de crisis inmigratoria, existe un problema en potencia. Un problema serio".

Una historia de tortura
Los problemas -- si bien serios -- no son nada nuevo en estos lugares. Pregunte a cualquiera al norte o sur de la frontera, y lo más probable es que le dirán: el Condado de Cochise tiene una bien ganada reputación de violencia racista.

Esta reputación se consolidó un cálido día de agosto de 1976. Tres ciudadanos mexicanos treparon el cercado fronterizo del Condado de Cochise, con dirección a sitios cercanos de trabajo. Cuando se detuvieron en un molino de viento a llenar de agua sus jarros, el joven ranchero Tom Hanigan los tomó de rehenes a punta de pistola. Luego aparecieron Patrick, hermano de Tom, y George, el padre, un hombre de edad avanzada y activista político de derecha. Según el libro On the Border (En la frontera) del abogado Antonio Bustamante y Tom Miller, se les dijo a los mexicanos: "Muy bien, mojados de mierda. Ustedes no van a ir a ningún lado".

Mientras George Hanigan hacía guardia con la escopeta y se reía a carcajadas, los hijos ataban de manos y pies a los mexicanos -- inmortalizados luego por una canción folklórica como los tres mojados -- y con cuchillos les rasgaron el pelo y despojaron de sus ropas. Los gringos hicieron una fogata con leña de mezquite cerca de los inmigrantes desnudos y quemaron sus ropas y bolsas de comida mientras los amenazaban y ponían en ridículo. George Hanigan decía con desprecio: "Ahora vamos a ver si su Virgen de Guadalupe los ayuda".

Uno de los muchachos Hanigan sacó del fuego un hierro largo y pasó la parte caliente por encima de los cuerpos desnudos de los hombres. El otro muchacho supuestamente se lo quitó y tocó con el hierro caliente los pies de uno de los hombres una y otra vez, hasta que el hedor de la piel quemada se mezcló con el mezquite. El viejo tomó un cuchillo y amenazó con cortar los testículos de uno de los hombres. A uno de los hombres le habían atado una cuerda al cuello y lo arrastraron por la arena ardiente del desierto.

Max Torres, por mucho tiempo activista de la comunidad, rememora: "Cuando terminaron de divertirse, los liberaron uno a uno, señalando hacia México y disparando perdigones". Uno de los hombres terminó con 47 proyectiles en la espalda; otro tenía 125. "Imagine el horror de los dos que quedaban, y luego del último, al escuchar los tiros", dice Torres.

Por milagro, los tres mojados sobrevivieron y contaron a los funcionarios su penosa experiencia. Más milagroso fue el hecho de que el procurador del Condado de Cochise procesara a los Hanigan por once cargos cada uno. Luego los milagros se acabaron. George Hanigan murió antes del juicio, pero eso sólo significó que no vivió para ser exculpado. Un jurado compuesto por sus semejantes, todos blancos del Condado de Cochise, halló inocentes a Tom y a Pat Hanigan de cada uno de los cargos.

En las dos décadas siguientes, el vigilantismo apareció en forma esporádica en el sudeste de Arizona. A veces los que estaban fuera de la ley eran los rancheros locales, como el que en 1980 encadenó a un inmigrante mexicano de 16 años del cuello a un excusado que se encontraba afuera de la casa, y lo torturó y le hizo pasar hambre durante 4 días.

A veces se trataba de agitadores externos, como los de Civil Materiel Assistance (CMA), un grupo paramilitar que también estaba involucrado con los Contras de Nicaragua. Se dice que en 1986, la CMA detuvo inmigrantes a punta de pistola para luego entregarlos a agentes de la Patrulla Fronteriza, luego de "haberse divertido" durante horas con los cautivos.

Pero lo que demostró definitivamente a los inmigrantes lo que les podría suceder si cruzaban la frontera al Condado de Cochise fue el episodio con los Hanigan. Y ahora que la exorbitantemente costosa "Iniciativa de la Frontera Sudoeste" ha asegurado que cientos de miles crucen la frontera en este punto cada año, el recuerdo de los tres mojados sigue presente en el desierto como una pesadilla.

Lo más alarmante, en muchas formas, fue cómo reaccionaron los funcionarios de las fuerzas del orden. Un par de ellos comentaron a Tom Miller que el único error de los Hanigan fue no haber acabado con los mexicanos. "Entiendo lo de dispararles, ¿sabe?, volarles la cabeza" dijo Drex Atkinson, que entonces era agente de alto rango de la Patrulla Fronteriza "pero torturarlos, no tiene sentido".

¿Justicia de frontera?
Un cuarto de siglo después del caso Hanigan, los oficiales del orden no dirían esas cosas ni en sueños a los periodistas. Pero mientras sus palabras ahora son más políticas -- "No queremos locos aquí", declaró el sheriff del Condado de Cochise este otoño -- el reciente reavivamiento del vigilantismo en ningún momento ha inspirado medidas enérgicas.

"El arresto por parte de ciudadanos es un derecho estadounidense", dice el vocero de la Patrulla Fronteriza, Ryan Scudder. "En tanto no quebranten la ley, no es nuestra función criticar lo que hacen".

Pero las leyes parecen quebrarse rutinariamente durante los arrestos que realizan ciudadanos en el sur del sudeste de Arizona. El gobierno mexicano ha documentado más de 40 arrestos posiblemente ilegales en el Condado de Cochise desde 1999. Los informes incluyen detenciones dudosas por parte de 19 distintos residentes del Condado de Cochise, la mayoría de los cuales portaba armas.

En 14 incidentes, los inmigrantes manifestaron haber sido detenidos a punta de pistola mientras sus captores llamaban a la Patrulla Fronteriza para que se los lleven. En nueve casos, presuntamente hubo tiros, ya sea a manera de "advertencia" o contra los inmigrantes para que éstos no huyeran. En cinco casos, los inmigrantes dijeron que se les había disparado o golpeado antes de la llegada de la Patrulla Fronteriza. Según se informa, siete de estas detenciones se llevaron a cabo en caminos públicos, a pesar de que de los rancheros locales alegan que sólo actuaron para proteger su propiedad.

Queda claro que estos informes son apenas la punta del iceberg, ya que los inmigrantes casi nunca hacen denuncias por maltratos (ver Vigilante Violence). En un mordaz informe de 2001, la Oficina General de Contabilidad de los Estados Unidos dijo que "al menos dos extranjeros han recibido disparos" por parte de aquellos "ciudadanos que han comenzado a hacer arrestos .... con armas cargadas". Este otoño, dos inmigrantes más fueron asesinados, al estilo ejecución, a las afueras de Tucson.

El ranchero que más frecuentemente ha sido acusado de arrestos ilegales por parte de un ciudadano y de violaciones a los derechos humanos, es el otrora alguacil Roger Barnett, quien se jacta de haber acorralado personalmente a más de 2000 inmigrantes por su rancho de 22.000 acres, sólo en el año 2002. Después del incidente de 1999, en el cual se lo acusó de retener a siete inmigrantes a punta de rifle, Barnett puso claramente de manifiesto su actitud Haniganesca.

"Si los pobres desgraciados se sintieron amenazados, lo lamento", dijo Barnett al Arizona Daily Star. "Si no les gusta, que se queden en su casa".

Desde la aparición de la versión contemporánea del vigilantismo, las autoridades federales, estatales y locales parecen haberse hecho de la vista gorda. "¿Procesamientos?" pregunta el recientemente electo congresista Raúl Grijalva, que representa a una gran porción del sur de Arizona (ver la entrevista Vigilante Watch). "No ha habido siquiera investigaciones".

Grijalva cree que la raza es un gran factor en la falta de procesamientos. Lo mismo cree el acalde de Douglas, Ray Borane, cuyo consejo municipal este otoño aprobó una resolución que condena tanto el vigilantismo como la política fronteriza estadounidense. Borane formula una pregunta retórica: "Si se tratara de ciudadanos estadounidenses que fueron detenidos y retenidos a punta de pistola y quién sabe qué más durante dos o tres horas, me pregunto ¿qué sucedería?".

El procurador actual del Condado de Cochise, Chris Roll, dice que su despacho "ha tenido muy pocos informes sobre detenciones de inmigrantes indocumentados" entregados por agencias de las fuerzas del orden. Roll dice que su despacho "iniciaría un proceso legal sólo cuando hubiera evidencia suficiente para significar una probabilidad razonable de condena en juicio". En un lugar donde los Hanigans pudieron ser hallados inocentes, "una probabilidad razonable de condena" debe ser difícil de encontrar, incluso 27 años después.

Los ciudadanos como Jennifer Allen, que dirige un grupo reformista llamado Red de Acción Fronteriza (Border Action Network), dicen que el verdadero problema es que los funcionarios de las fuerzas del orden "tienen una complicidad profunda" con los vigilantes. El sheriff Dever, a pesar de sus recientes denuncias sobre grupos de milicia y agentes del orden autodesignados, pronunció cálidas palabras de bienvenida y aliento cuando los grupos anti-inmigración vinieron a Cochise en 2000 a una conferencia sobre "Inmigración ilegal: ¿qué pueden hacer los ciudadanos?".

David Aguilar, el jefe actual del sector de la Patrulla Fronteriza de Tucson, reaccionó con indignación en 2000 cuando sus jefes del Servicio de Inmigración y Naturalización (Immigration and Naturalization Service, INS) emitieron una advertencia acerca de "conocidos grupos de odio y supremacía racial" que se infiltraban en el área. "Conozco a muchas personas de estos grupos", dijo Aguilar al Arizona Daily Star y por otro lado declinó, a través de un vocero, contestar preguntas sobre el tema del vigilantismo para este artículo. "Algunos de mis amigos están en estos grupos. Estas personas no son anti-inmigrantes, y no son grupos de odio".

Rancheros, racistas y reconquista
Este septiembre, el líder de uno de los grupos de odio que vino a Cochise en 2000, un hombre de ultraderecha que llama The Wall Street Journal "anti-estadounidense", estableció cuarteles en una ubicación secreta del Condado de Cochise. El hirviente caldero del sudeste de Arizona albergaba ahora a Glenn Spencer, uno de los más ruidosos agitadores anti-inmigración.

Spencer reveló su nuevo esfuerzo, denominado American Border Patrol (ABP), en el salón de un hotel en Sierravista. Aunque Los Angeles Times había informado un año antes que el grupo de odio de Spencer con sede en California, American Patrol, estaba "necesitado de efectivo", el hombre de 65 años dijo a sus nuevos vecinos que había abandonado su residencia anterior por otras razones muy distintas.

"California es un estado perdido, sin ley", declaró el canoso Spencer, sacudiendo la cabeza con tristeza mientras pasaba frente a una gran bandera estadounidense. "Es un lío. No hay nada que yo pueda hacer por California. Está acabada".

Pero Spencer vislumbra esperanza para Arizona a través de ciudadanos como Roger Barnett, a quien conoció en la fiesta anti-inmigración en 2000. "¡Hablemos de un verdadero héroe estadounidense!" dijo Spencer de manera efusiva, al presentar al autodesignado agente del orden más atareado del Condado de Cochise como principal partidario de la American Border Patrol.

Spencer insiste en que sus tropas no estarán a la caza de inmigrantes. En vez de ello, dice, los voluntarios de la ABP, conocidos como "Hawkeyes" (Ojos de halcón), usarán sofisticada tecnología de vigilancia y equipos de comunicaciones para filmar a los "intrusos fronterizos" cuando entren a los Estados Unidos.

La finalidad es exponer ante los visitantes de las páginas web de Spencer, Americanpatrol.com y Americanborderpatrol.com, las imágenes de "La Reconquista", una "invasión" mexicana supuestamente destinada a recuperar el territorio perdido en la Guerra Mexicano-estadounidense de 1848.

"Si la Patrulla Fronteriza hubiese cumplido su labor usando la tecnología de la que disponemos nosotros, podríamos haber detenido a esta gente ", dijo Spencer en noviembre, cuando fue un invitado al show del Donahue. "¡Es la invasión de los Estados Unidos!"

Desde que Spencer entró tranquilamente a Arizona, se ha esforzado animosamente en distanciarse de su controvertido pasado. Si bien sus sitios web parecen idénticos, la retórica anti-mexicana ha sido suavizada en Americanborderpatrol.com. Al mismo tiempo, sin embargo, el sitio de la American Patrol de Spencer ha llamado a la activista de los derechos de los inmigrantes Isabel García "agente del gobierno mexicano" y acusado al congresista Grijalva de haber pertenecido a una "organización sediciosa anti-estadounidense". El sitio web proclama que García "es parte de una quinta columna anticipada" de la reconquista.

García no anda con rodeos y contesta: "El hombre es un racista".

Al menos uno de los partidarios locales de Spencer ha llegado a una conclusión similar. Francis McWilliams, un jubilado local que fue presentado como director de la American Border Patrol en septiembre, rápidamente renunció luego de haber oído suficiente como para calificar a Spencer de "xenófobo fronterizo".

Aunque el verano pasado Spencer dijo que la ABP sería la primera de varios esfuerzos satélite de la American Patrol, ahora dice que las organizaciones están separadas por completo. La ABP se creó como su propio grupo sin fines de lucro, inscrito en el estado de Arizona. (El funcionario que registró los papeles de la corporación de Spencer fue el procurador de la ciudad de Bisbee, John F. Kelliher Jr.)

Cuando un periodista del Tucson Weekly insistió a Spencer sobre sus comentarios racistas del pasado -- "La cultura mexicana se basa en el engaño", "los chicanos y mexicanos mienten para ganarse la vida" -- el jefe de la ABP dijo que estas afirmaciones fueron sus mayores errores hasta la fecha. Pero no las desmintió.

"Me refería a que los mexicanos tienen que mentir y engañar porque su gobierno es tan corrupto", dijo Spencer. "Es un mecanismo de supervivencia. Pero no se pueden decir esas cosas. Deberíamos poder hablar de ellas. Si pudiéramos, quizá podríamos solucionar algunas dificultades."

Desierto ardiente
En su búsqueda de respetabilidad, Spencer ha dado su palabra una y otra vez de que la American Border Patrol se concentrará en transmitir la "invasión" y no saldrá corriendo tras los inmigrantes. "No vamos a desplegarnos para aplicar la ley", dijo en septiembre. Sus afirmaciones convencieron a Ron Sanders, antiguo jefe de la Patrulla Fronteriza de Tucson, a prestar su nombre al grupo como director.

"Le dije a Glenn directamente: si hay algo ilegal no me voy a comprometer", dice Sanders. "Si alguno de tus hombres está portando armas y realizando arrestos, no me voy a involucrar".

El sitio web de Spencer muestra imágenes de inmigrantes cruzando la frontera, que luego son aprehendidos y arrestados por agentes estadounidenses. Pero incluye un descargo: "la política de la ABP impide entrar en contacto con sospechosos". Esto hace que algunos ciudadanos de Cochise se pregunten: ¿Cómo exactamente es que se hace para convencer a los inmigrantes de quedarse quietos esperando a ser arrestados, sin entrar en contacto con ellos ni contar con armas para impedir que huyan?

Un incidente del 27 de octubre nos brinda algunas pistas. Según se informa, ese día, los rancheros Roger Barnett y su hermano, Don, transitaban la autopista principal de Cochise en camioneta cuando detectaron a 26 inmigrantes deambulando por el desierto. Se dice que los Barnett, con la ayuda de sus perros, rodearon a los presuntos extranjeros ilegales. Más tarde, los inmigrantes contaron a funcionarios mexicanos que cuando dos de ellos no fueron "lo suficientemente rápidos al cumplir las órdenes" de sentarse y mantenerse callados, "uno de los Barnett los hizo sentar a la fuerza".

En esta instancia, la rutina usual de los Barnett es llamar a los agentes de la Patrulla Fronteriza para que se lleven a los inmigrantes y envíen de regreso al otro lado de la frontera. Pero esta vez, es probable que llamaran primero a alguien más. Los inmigrantes afirmaron que "otros dos individuos, ambos armados de manera similar", con "armas en pistoleras laterales" enseguida aparecieron en escena. Uno tenía una videocámara y comenzó a filmar a los abatidos inmigrantes "y continuó filmando... cuando eran llevados ante los agentes de la Patrulla Fronteriza".

El hombre con la cámara -- y el arma enfundada -- puede haber sido Glenn Spencer.

Spencer ha admitido haberse dirigido, deprisa y armado, a la escena de las detenciones de los Barnett. En noviembre, dijo a un periodista "haber tomado un rifle" para ayudar a los Barnett a detener inmigrantes. En enero, Spencer dijo The Washington Post, "No somos vigilantes; no somos orates". Pero, agregó, "llevamos pistolas porque nuestra opinión es que las armas no son ilegales. Es común que la gente las porte en esta parte del país, porque las leyes no se hacen cumplir".

"Lo que él está haciendo es proceder a cuestas de los vigilantes", dice Jennifer Allen.

Las acciones de Spencer están suscitando puntos de vista encontrados en el Condado de Cochise. Para fines de año, Spencer dijo que había enrolado a 60 voluntarios "Hawkeye" para documentar la invasión mexicana, menos de los 100 que tenía previsto. Se dice que varios rancheros se negaron a la petición de Spencer de filmar "intrusiones" en sus tierras por temor a meterse en problemas legales.

No obstante, el lanzamiento de una nueva organización sin fines de lucro ha hecho más que ayudar a Spencer a evitar que la etiqueten como grupo de odio; también le ha dado una nueva manera de recaudar dinero. "Estas cosas valen su peso en oro", recordó a sus nuevos reclutas en septiembre, alentándolos a enviar informes en video a la ABP. Spencer dijo al Tucson Weekly que espera reunir US$400.000 en 2003.

El grupo paramilitar Ranch Rescue, liderado por el iracundo texano Jack Foote (abajo a la derecha), ha establecido una presencia "semipermanente" en el sur de Arizona.

Los paramilitares se instalan
En octubre, a unas 40 millas al oeste de los "cuarteles secretos" de Spencer, una notable tropa paramilitar estableció campamento cerca de la frontera. Encabezados por un iracundo texano veterano de la Guerra del Golfo llamado Jack Foote, el grupo Ranch Rescue (Ranchos al Rescate) no era ningún extraño en estas tierras. Los integrantes aparecieron por primera vez en 2000 y ayudaron a rancheros, incluyendo a Roger Barnett, a "limpiar" sus propiedades.

Desde entonces, este grupo de salvajes ex oficiales de la ley y aventureros militares afirma haber incrementado su nómina internacional a 250 miembros. También han aumentado su apuesta inicial en "defensa" de las propiedades de los rancheros.

En su sitio web, Ranch Rescue dice que su misión es "ayudar... a hacendados privados en la reparación de su propiedad destruida por aquellas masas de delincuentes intrusos" -- o sea, inmigrantes. Pero tres semanas antes de la denominada "Operation Hawk" (Operación Halcón), Rob Krott -- principal corresponsal extranjero de la revista Soldier of Fortune y hombre que ha peleado con, entre otros, el ejército croata -- envió un mensaje de correo electrónico confidencial a los miembros de Ranch Rescue delineando un conjunto muy distinto de objetivos. Entre ellos: "observar y vigilar incursiones en la frontera" y "disuadir a delincuentes intrusos".

¿Y cuáles son los medios de disuasión de Ranch Rescue? "Estamos intentando estandarizarnos (para fines de reabastecimiento de municiones) con rifles de asalto de 5,56mm y pistolas calibre .45. Sin embargo, también esperamos armas AK, SKS y Tokarev de 9mm calibre .30, así como también escopetas y rifles de cerrojo contra francotiradores". A cada "Rescuer" (Rescatista) se le ordenó usar camuflaje, porque "el área es 'verde'".

El mensaje de correo electrónico definía a las "fuerzas enemigas" de Ranch Rescue como "grupos de bandidos con armamento liviano formados por entre 5 a 10 hombres", "delincuentes intrusos civiles que pueden representar una amenaza", "posibles terroristas islámicos infiltrados", y "contrabandistas de drogas armados", entre otras definiciones.

Treinta y cinco Rescuers contestaron el llamado y se presentaron en el rancho de 10.000 acres de Earl Hardy, cerca del poblado fronterizo de Lochiel. Era un grupo de consideración: entre los que participaban estaban Tim Meyer, antiguo inspector de Aduanas de los Estados Unidos y actual "investigador privado"; Rusty Rossey, un ex Marine que operó con los Contras en Nicaragua y los contrainsurgentes en Guatemala y que ahora dirige un campo de tiro en Alabama; un ex soldado de las Fuerzas Especiales de los Estados Unidos; y dos soldados canadienses de infantería ligera.

Se suponía que Operation Hawk se limitaría al rancho de Hardy. (Según el sitio web de Ranch Rescue, "Nosotros sólo participamos en actividades de reparación y seguridad mientras somos invitados de los dueños de propiedades privadas. Como invitados, estamos obligados a cumplir los deseos de nuestros anfitriones".) Pero el 15 de octubre, un grupo de "operaciones especiales", con 13 miembros encabezados por Rossey, fue despachado -- sin ser invitado -- a un rancho cercano propiedad del organismo ambientalista The Nature Conservancy.

El grupo de Rossey actuó de inmediato, cuando cuatro hombres se toparon con la "operación especial" hacia la hora de cenar, llevando atados de marihuana sobre la espalda. Como era de esperarse, dejaron caer la marihuana y huyeron tan pronto vieron a los hombres de Rossey con sus armas de uso militar. Temprano la mañana siguiente, se repitió la escena y Ranch Rescue obtuvo la colosal cantidad de 279 libras.

Se trataba de un botín pequeño para esta ruta de drogas tan activa; el agente de Aduanas de los Estados Unidos Kyle Barnette narró a un diario local que, en el sur de Arizona, "yo podría entrenar a un chimpancé para que capture 300 libras de hierba". Pero Ranch Rescue se convirtió en una hazaña de relaciones públicas. En lugar de llamar a las autoridades locales o federales, Foote convocó a los periodistas de Tucson.

No fue hasta entre la 1 y las 2 de la tarde del 16 de octubre -- unas 16 a 20 horas después de la primera captura -- que un miembro de Rescue le pasó la voz a un alguacil del sheriff que pasaba por ahí y le informó sobre el contrabando. El alguacil registró el hecho mientras las cámaras continuaban filmando.

El resto de Operation Hawk sigue siendo en su mayor parte un misterio -- tal y como Ranch Rescue parece desearlo. Según escribió Foote en un mensaje de correo electrónico en 2000, "Sabemos que las fuerzas del orden se encuentran siempre muy, muy lejos de los que estamos en el campo".

Pero la opinión de Foote sobre los "delincuentes intrusos" que sus tropas encontraron durante la aventura de octubre no es tan sombría. En otro mensaje de correo electrónico de 2000, Foote escribió lo siguiente a un periodista llamado Gonzalo:

"Usted y la gran mayoría de los perros de mierda como usted son ignorantes, no tienen educación y están desesperados por vivir en una nación decente porque la de ustedes no es más que un montón de caca de perro, hecha de millones de perritos de mierda como usted. Se la pasan lloriqueando de lo mal que se vive en su perra nación, esperando que ésta ponga el culo bajo nuestra cerca y cague a cada uno de ustedes en nuestros patios traseros".

"Sólo tengan cuidado de dónde caga la perra, muchachos, porque tarde o temprano estaremos allí".

Asesinato y vigilantismo
El 16 de octubre, cuando alrededor de la mitad de los voluntarios de Ranch Rescue posaba junto a los atados de marihuana, un par de hombres armados y enmascarados disparó contra 12 inmigrantes que estaban dormitando al borde de un bebedero de ganado cerca del pequeño pueblo de Red Rock, a unas de 90 millas al norte del rancho de Earl Hardy. Dos murieron. Aparentemente, nueve fueron secuestrados. Un testigo escapó y le dijo a la primera persona que encontró, "Eran soldados".

Al principio, los investigadores sospechaban que fueran ya sea vigilantes o coyotes, gente que contrabandea personas y drogas por la frontera. Los doce inmigrantes habían estado esperando que los llevara un coyote. Pero, por razones obvias, es poco frecuente que los coyotes vistan como soldados, ya que prefieren pasar lo más desapercibidos posible.

La posibilidad de haber sido vigilantes parecía intrigante, teniendo en cuenta que Ranch Rescue estaba al acecho. De acuerdo con una fuente confidencial, la mayor parte de Operation Hawk consistía en pequeños equipos de 2 a 6 integrantes, que Jack Foote enviaba personalmente a sitios secretos por hasta 24 horas por vez. En el campamento, con porte militar y sus rifles de francotiradores, los voluntarios de Ranch Rescue ciertamente se asemejaban mucho a soldados.

Un mes después del crimen, el Departamento del Sheriff del Condado Pinal anunció que se había descartado la teoría sobre los vigilantes -- aunque el departamento del sheriff vecino del Condado de Santa Cruz, donde acampaba Ranch Rescue, todavía estaba investigando la posibilidad.

En un mensaje de correo electrónico a los periodistas, el vocero del sheriff de Pinal Mike Minter dijo que "no ha habido pistas que indiquen que se trata de un grupo de vigilantes". La evidencia respecto de la teoría de los coyotes parecía endeble: "dueños de propiedades privadas en los alrededores", escribió Minter, "creen que esto lo hicieron grupos extranjeros de contrabandistas rivales, no los vigilantes".

Ante preguntas adicionales, el Sheriff Roger Vanderpool sólo decía, "Tenemos un testigo del crimen. Por ello descartamos a los grupos de vigilantes". No se registran arrestos, sin embargo, al cierre de la edición. Como la mayoría de los crímenes en este verde desierto, es probable que éste nunca se resuelva de manera concluyente. Al cierre de la edición, sólo uno de los cuerpos había sido identificado y nadie sabía dónde habían ido a parar los nueve inmigrantes desaparecidos.

Mientras tanto, después de conseguir algo de fama local con su redada antidroga, las tropas de Jack Foote desmontaron el campamento el 28 de octubre, y prometieron que el cabildo local de Ranch Rescue continuaría patrullando el área de manera no oficial. Foote planea regresar a toda fuerza durante la próxima primavera para la "Operation Thunderbird" (Operación Ave de Trueno), una vez más cumpliendo el lema del sitio web del grupo, que cita al Presidente Bush: "Cada estadounidense es un soldado en esta lucha".

"Evangelista del miedo"
En el trayecto hacia el sur desde Red Rock, cuando la autopista Highway 80 serpentea hacia la frontera, hay un cartel ineludible; en parte porque no hay muchos carteles en el Condado de Cochise, pero sobre todo porque muestra una banda de pistoleros de proporciones míticas, apuntando sus armas a quien pase por ahí. "O.K. Corral", dice la leyenda debajo de los temibles forajidos. "¡Tiroteos a diario!"

O.K. Corral queda sólo unas cuantas millas más allá en dirección a Tombstone, donde el tiroteo más famoso de Lejano Oeste se revive todos los días -- y donde, un miércoles por la tarde a principios de diciembre, el hombre que lanzó el infame llamado a las armas en el Tombstone Tumbleweed está sentado en su oficina. La fiel calibre .45 de Chris Simcox está a su alcance sobre el escritorio lleno de papeles. Y vaya que está emocionado.

"Tengo a 600 personas de todas partes del país que dicen que ya fue suficiente, que basta ya", cuenta Simcox acelerado en un tono estridente. "Ni en mis sueños más osados imaginé que creceríamos tanto. Hemos recibido 1384 mensajes de correo electrónico que nos apoyan, sin contar las cartas".

Simcox, quien a sus 42 años aún conserva rostro de niño, se mudó a Tombstone en noviembre de 2001 desde Los Ángeles, donde había enseñado en el jardín de infantes de una "escuela privada de muy alto nivel económico en la que ensañaba a los hijos de productores y estrellas de cine". Consiguió trabajo de pistolero contratado en los tiroteos diarios de Tombstone y como periodista del Tumbleweed, al que luego compró cuando el dueño anterior decidió renunciar. Simcox dice que en sus ratos libres comenzó a patrullar el camino cercano Middlemarch Road, donde se encontró con "miles" de inmigrantes y arrestó a 500.

Aunque el reverendo Robin Hoover, que dirige el grupo humanitario de Tucson Humane Borders (Fronteras Humanas), lo haya llamado un "evangelista del miedo", Simcox dice que en su intención de capturar inmigrantes no tiene nada de racista. "Siento toda la compasión del mundo hacia ellos", dice.

¿Para qué entonces organizar una milicia con el fin de detenerlos? Simcox usa primero un argumento económico al decir que a los ciudadanos desempleados estadounidenses les encantaría tener los empleos de bajos salarios que muchos inmigrantes toman. Pero su tono cambia rápidamente. "He vivido en Manhattan y he vivido en Chicago y en Los Ángeles. Esa gente no viene a trabajar. Viene aquí a robar y a traficar drogas".

¿Eso lo impulsó a irse de Los Ángeles?

"Dios mío, es increíble. Me refiero a que necesitamos que la Guardia Nacional limpie todas nuestras ciudades de esta gente y la capture. Son criminales de suma peligrosidad. No tienen ningún reparo en degollarte y quitarte el dinero o vender drogas a tus niños o violar a tus hijas porque son gente malvada".

Al igual que Spencer, Simcox jura que sus intenciones son pacíficas. Civil Homeland Defense (Defensa Civil de la Patria), nombre por el cual se optó finalmente para su grupo, llamará a la Patrulla Fronteriza tan pronto tenga rodeadas a personas sospechosas de haber ingresado ilegalmente. Y el arsenal será modesto: "Portaremos armas de mano solamente, incluso al punto de no llevar mágnums", dice Simcox.

Nada de esto satisface al alcalde Dusty Escapule, otrora alguacil del sheriff. "Para mí solamente existe una razón para portar un arma, y es para matar a alguien", dice Escapule. "Si sus intenciones son pacíficas, bueno, que lleven algunas frazadas, agua y sándwiches a esa gente y digan, 'si desean, acá tienen algo de comer, un poco de agua, una manta o abrigo para que no pasen frío, pero los vamos a tener que entregar a la Patrulla Fronteriza'".

"Me parece que andan en busca de aventurera", concuerda el alcalde de Douglas, Ray Borane, quien ha recibido amenazas de muerte por hablar en contra del vigilantismo. "Para ellos no hay peligro porque son ellos quienes llevan las armas y aparentan ser importantes. No hay valentía ni patriotismo en eso. Esta gente no tiene cómo defenderse, y no lo hará; ellos vienen a trabajar. Si realmente vinieran armados y se defendieran, veríamos entonces cuántos voluntarios obtendría (Simcox)."

La Patrulla Fronteriza estadounidense no tiene previsto controlar al grupo de Simcox, según el vocero Ryan Scudder. Pero el 26 de enero, Simcox fue arrestado por poseer un arma cargada, conducir una operación especial sin permiso e interferir con la aplicación de la ley en el Coronado National Memorial, un parque ubicado no muy lejos de Tombstone.

Simcox restó importancia al incidente, bromeando que era "buena publicidad", pero dijo al Americanpatrol.com de Glenn Spencer que la guardabosque que lo citó "mencionó su ascendencia hispánica tres veces durante la investigación". En referencia a este tema, el grupo de odio Coalición de California para la Reforma Inmigratoria (California Coalition for Immigration Reform) tituló una historia en su sitio web: "Chris Simcox es posible objetivo de guardabosque latina".

Se avecina una tormenta
Mientras la retórica racial y los arrestos por parte de ciudadanos continúan en aumento, el número de inmigrantes está destinado a sufrir un aumento de proporciones históricas a medida que la endeble economía mexicana se hace más endeble aún. Los habitantes del sur de Arizona experimentaron una muestra de la inminente catástrofe en octubre pasado, tradicionalmente el último mes antes que los fríos vientos reduzcan significativamente el tráfico de inmigrantes.

La Patrulla Fronteriza atrapó dos veces más extranjeros ilegales que en octubre del año anterior. Roger Barnett dice que él capturó 5 veces más. Los informes sobre arrestos realizados por ciudadanos aumentaron.

También han aumentado los encuentros armados sin resolver. A principios de noviembre, dos semanas después de los asesinatos de Red Rock, un hombre enmascarado disparó a un grupo de 14 inmigrantes al sudoeste de Tucson, causando que se dispersaran por el desierto. El 12 de febrero, balearon en el estómago a una persona que cruzaba la frontera en la misma área -- el mismo día que se dispararon tiros desde un auto a un grupo de seis ilegales.

Nadie mejor que el alcalde Escapule, en cuyo pueblo hay un bar que exhibe el "Salón de la Fama de los Vigilantes de Tombstone", sabe que la herencia histórica perdura en esta parte del mundo -- y que esta misma herencia histórica no permite vislumbrar aún el fin del odio. Pero el tema anima por un instante al fornido alcalde de bigotes, pues hay un incidente alentador en los anales de Tombstone, sin bien no tan conocido como el tiroteo de O.K. Corral. ¿Sabes, pregunta el Alcalde, lo que sucedió después de que los muchachos Earp convirtieron al sudeste de Arizona en tierra de vigilantes?

"Así era en Tombstone hace 120 años -- no se sabía quiénes eran los agentes del orden", narra el alcalde mientras se acomoda en su silla para contar bien la historia. "Hasta que vino un tipo de nombre John Slaughter como sheriff al Condado de Cochise y mostró a todos quién estaba a cargo de aplicar la ley".

"Dicen que Slaughter medía 5 pies 2" (1,57m), de ojos color azul acero. Está en los libros de historia. Y dicen que cuando el sheriff Slaughter perseguía a un fugitivo de la ley, si no traía de vuelta al tipo, traía sus botas".

"La mayoría de las veces, traía las botas. Pero detuvo el vigilantismo".

¿Quién lo va a detener ahora?

Escapule se vuelve pensativo, algo poco común en él. Su bigote cae abatido. Hoy día, reflexiona finalmente, tendrían que ser los federales. "Creo que el gobierno estadounidense tendrá que intervenir, y decir, 'Disculpen, muchachos, se pasaron de la raya'".

A menos que esto suceda pronto, los irascibles tipos blancos del oeste se volverán bastante más irascibles -- con agitadores como Spencer, Simcox y Ranch Rescue instigándolos.

"ésta es mi tierra. Aquí yo soy la victima", hace poco rezongó Roger Barnett en el derechista Washington Times. Barnett, quien dice haber cabildeado personalmente a más de 300 miembros del Congreso con el fin de hacer algo respecto de la frontera, sabe que es la política estadounidense la primera responsable de convertirlo en víctima a él y a sus colegas rancheros. Pero no parece poder hacer mella en eso.

Sin embargo, sí puede hacer mella en el tráfico de inmigrantes. Y con muchos miles más que se dirigen hacia su patio trasero, otra cosa que dijo Barnett al Times fue absolutamente escalofriante: "Algo se debe hacer, o habrá un baño de sangre".

En esta parte del mundo, un hombre cumple su palabra.